La guerra de asedio ocupó
un papel fundamental en la estrategia militar desarrollada durante la
Reconquista. Aprovechando el inigualable marco que nos brinda el conjunto arquitectónico
del Torreón de Fernán González, es posible imaginarnos cómo pudo ser la guerra
en la Edad Media y especialmente las operaciones de ataque a esos reductos
fortificados.
Los sitios de castillos y
ciudades fueron mucho más numerosos que las batallas en campo abierto. La
explicación a este hecho radica en la escasez de efectivos que solían componer
los ejércitos medievales, y que aunque se venciera, para consolidar la victoria
era necesario someter las principales plazas fuertes enemigas. De esta manera,
los castillos y las ciudades amuralladas terminaron convirtiéndose en puntos de
notable valor geoestratégico a la hora de vertebrar el territorio.
Buena parte del peso
geopolítico que adquirieron las fortalezas y los recintos amurallados se debía a
su excelente ubicación. Normalmente controlaban los cauces de los ríos o los
nudos de comunicación, puntos difícilmente evitables por cualquier ejército de
invasión. Sirva como ejemplo de esta aseveración la excelente ubicación y
elementos militares originales con que, a día de hoy, cuenta el Torreón de
Fernán González.
