Esta planta tiene 4 metros de altura y a unos 2 metros del suelo todavía es posible distinguir, a simple vista, las cabezas de viga de madera del antiguo forjado de la planta superior,  a la que se accedía mediante una escalera portátil ubicada en el extremo opuesto a la escalera de piedra, obligando a que el movimiento en el interior tuviera que realizarse en diagonal, pudiéndose de esta manera optimizar al mismo tiempo el espacio interior de las plantas.

En uno de los extremos de la sala, y orientado en dirección este, se encuentra el oratorio del Torreón. Consiste en una hornacina mozárabe con arco de herradura formada por piedras labradas, claramente distinguibles del resto del revestimiento de esta estancia, hecha con piedra de mampostería bastarda. Está rematada en su interior con un pequeño ventanuco, cuya orientación al Este dejaría entrar la luz del alba y así facilitaría la primera oración del día en dirección a Jerusalén. Esta capilla nos recuerda la importancia de la religión para los constructores mozárabes que levantaron esta torre.

En la cara norte destaca la presencia de una gran saetera abocinada al interior, no modificada desde la construcción de la fortificación. Mirar a través de ella nos acerca a la sensación que tendrían aquellos soldados encargados de vigilar el reducto y cuya única referencia a la hora de disparar serían estas minúsculas aberturas.

En las caras este y sur existen dos grandes ventanas que fueron modificadas a partir de saeteras similares a la mencionada anteriormente y que protegían los diferentes flancos de aproximación a la torre.